Cuando tenía diez años, vivía con mis padres y mi hermana mayor,
Miren, en un apartamento en el segundo piso de una casa que era de mis abuelos. Mis
abuelos vivían en un apartamento en el primer piso.
Nuestro apartamento tenía cuatro
cuartos: una cocina, una sala y dos dormitorios. Había un baño, también. Miren y yo compartíamos un dormitorio. Ella tenía su cama y yo tenía la mía. Compartíamos un escritorio y un tocador
pequeño. Nuestro dormitorio tenía un
clóset con una cortina (no había puerta).
En la sala, había dos estanterías
empotradas con muchos libros y una chimenea de mármol. Había una alfombra oriental, un sofá, dos
sillones, un mésita de salón, un escritorio y un televisor en la sala. Había un piano vertical en el pasillo.
Había una estufa, un refrigerador,
una tostadora, una mesa con cuatro sillas y una alacena empotrada en la
cocina. Había una lavadora y una
secadora en el sótano. A pesar de su
pequeñez, el apartamento era cómodo, y afortunadamente, estaba cerca del centro
de la ciudad, Zornotza. Podíamos ir a pie adónde
quisiéramos. También, había un jardin
grande con muchas flores: teníamos nuestro
propio parque.
Vivíamos en nuestro apartamento
hasta que mi abuelo se murió. Como
resultado, nos mudamos al apartamento de mi abuela para vivir con ella. Cuando nos mudamos a su apartamento, hacía
doce años que vivíamos en el nuestro. Se
vendió la casa en mil novecientos noventa y siete. Hace
veinte años que no paso por casa.
Zornotza - La casa de mi niñez |
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